Sería incongruente
deciros que estoy viva
pero siento la muerte.
Está cerca del cerro donde camino
donde cada tarde dejo un poco de mi misma
entre los matorrales secos.
Está entre los árboles del parque
la muerte, agazapada
como la misma muerte desbrozada
como la penitente vida desahuciada.
Augurio de la soledad futura
apagas mi sol con una sombra dura
que envuelve mi pasión y mi cordura.
Y envuelves, en harapos negros
la vida que soñé para mi
cuando era niña.
Y enredas en tus hilos negros
los hijos que no tuve
los amores que se fueron perdiendo.
Es todo tan triste y pertinaz
tan largo y tan corto a la vez
que no quiero que acabe
pero quiero terminar.
Descansar de una vez de los tormentos
de los miedos que habitan en mi alma
de mujer.
No quiero más que nada más
llegar al puerto, al que me toque.
Atracar y tumbarme en la cubierta
yerta, hasta que el adiós me llegue.
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