miércoles, 15 de diciembre de 2010

Mamá

El dolor es demasiado grande.
No puedo hablaros de él.
Aún no.
Tal vez el tiempo...
Quizá en unos días...
No sé. El dolor es demasiado fuerte.
Solo mis lágrimas os hablan
gritan al mundo entero su dolor.
Me siento traicionada.
La muerte siempre es una traición.
Mamá.
Hoy no puedo hablar.
El dolor es demasiado intenso.
Me siento sola sin tí,
como si fuera muy, muy, pequeña.
Mamá.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Los donados

Crece el círculo alrededor
de los donados.
Y el aire ventila
el corazón arrepentido.
Demasiado dolor entre las carnes
y las tripas retorcidas.
Algunos pudieron huir.
Pero todos probaron la hiel
antes de que el círculo creciera
alrededor de los donados.
Los ojos vacíos de los vivos
compiten con los ojos podridos
de los muertos.
Pero en la cima de un monte de despojos
y basura
crece un cactus marrón.
Soplo de vida
que permite la esperanza de los donados
que han sentido crecer, a su alrededor,
el círculo que les ha oprimido,
casi,
hasta la asfixia.

jueves, 13 de mayo de 2010

Furia

Hoy siento en mí el fuego del infierno.
La furia me posee.
Quiero gritar mi rabia
a un mundo que camina sin fijarse
en nadie.
Quiero llorar en voz alta
y pedir justicia.
Pero sé que nada dará resultado.
Yo consumiré mi furia
quemando mi alma.
Y otros llorarán con sangre
la desidia
que les ha arrinconado.
Odio este mundo maldito
en el que el hombre traiciona al hombre
sin entender...
que se está traicionando a sí mismo.
Necios ahogados en el ego,
marchad juntos
sobre la capa dorada que cubre
las huellas de los compañeros muertos.
Que nada quiebre
el poder que os aguarda.
Que no se marchiten las flores
que nuestro sudor riega
en vuestros balcones.
Que mi furia no prenda en fuego
destructor
y allane el horizonte
cubriendo de cenizas el mundo
simple y vacío que os cobija.

martes, 11 de mayo de 2010

Poemas

El poema que se escribe
con palabras de letras negras,
uniformes
no tiene alma.
El poema debe ser de sangre
de lágrimas, de papel arrugado
de manos apretadas y desesperación.
Nadie puede escribir un poema sin sufrir.
Sin sentir que le arrancan las entrañas
esas palabras que contienen el poder
el amor, el odio o el olvido.
El poema se escribe entre los escombros de la vida
bajo los puentes derruidos
sobre las cenizas de los fuegos apagados.
Las manos sucias, tal vez de tinta
o de sangre. Manchas sobre los papeles blancos,
huellas.
El poema ha de se oscuro,
como las sombras que cubren el atardecer
antes de morir la tarde en mi,
entre el esplendor de un día falso
y la miseria de la solitaria noche.
No puedo escribir palabras vanas
porque me hieren, como hieren
el corazón de los amantes. Poemas
entre el dolor y la muerte, siempre.

Agua

Oigo a mis espaldas
el ruido del agua
transparente, libre y bravía
Se mete en mi cabeza
y recorre los cauces abiertos
del indómito casco que corona mi tórax,
construyendo meandros con la mezcla
imposible
de células y agua.
Mis pensamientos se calman
y el continuo latir de mi corazón,
apresurado,
cesa con el arrítmico sonido
del borboteo que golpea sobre el lecho
las piedras que moldea.
Salpica mi cabello espeso,
encanecido,
el agua,
y se esconde entre el bosque arracimado.
Cuando las gotas se unen,
escurren cautelosas por mis sienes
se detienen en las cuencas de mis ojos
y siguen su camino confundidas
con las lágrimas saladas que provocan
los recuerdos tristes.
Agua dulce y salada deslizada
por los amargos surcos de mi rostro
tallados en granito, por el tiempo
y el miedo a la muerte
que me espera.

Negro

Negro sobre el negro más negro
Fondo negro y negro plano
Más negro que el negro dibujado
sobre el negro desnudo
que recubre el negro
sobre el negro.
Negro, como el negro refugio
del espíritu negro
del pozo, negro,
en el distante negro del abismo.
Negro sobre el negro
sobre el miedo negro.

Me acecha

Tal vez, tal vez,
de nuevo,
la sombra que en la distancia
acecha mi vida me devuelve,
maldita,
a tiempos peores.
Tal vez el pasado,
que siempre vuelve,
haya vuelto ya para apurar
los días y las noches
de esta juventud mentida,
de esta madurez anciana,
de esta vida que no es vida
si no tiene luz
y un poco de esperanza
al final del día.
Tal vez, tal vez
aceche,
con el filo gris de su perfidia
sobre mi nuca desnuda
dispuesta a dar el golpe definitivo.
Tal vez, como antes,
yo simplemene calle y espere,
no tengo fuerzas ahora para rechazar
lo que me traiga esa sombra nostálgica
de mi peor vida.
A sus manos me entrego,
hundida.

martes, 23 de marzo de 2010

Aniversario del 11M

Faltan tantos,
tan grande es el hueco que no llenan
que el eco de las voces que no suenan
se hace inmenso silencio.
Y cubre con esa atmósfera irreal
que irradia agua salada el espacio
vacío, mientras un viento que no corre
susurra hondos lamentos, entre las manos
ausentes, entre los ojos sin mirada
en las cabezas cortadas, entre los miembros
amputados, bajo el rojo sangrante de un cielo
infernal.
La muerte se cebó con la esperanza..

jueves, 4 de febrero de 2010

El secreto de la vida

Mis ojos me guían.
Ven hacia dentro y hacia fuera.
A mi interior oscuro y palpitante
a mis órganos ungidos y a la sangre
que corre, bordea, rodea y atraviesa,
la bóveda que guarda
mis dones terrenales,
aquellos a los que mis carnes guardan
y atemperan y al que mis ojos
miran, observan  y nutren.
Esos ojos que trasmiten
al alma que domina y enaltece
toda la pasión que habita
en la mujer cuyo interior cobija
el secreto de la vida.

Fría

La sombra fue cambiando,
giraba sobre mi
como si un compás
delimitara su círculo externo.
El área que encerraba mi mundo,
tan excluyente.
La frialdad de mis ojos se hacía fuerza
que entraba en mi,
de la misma forma en que se proyectaba
al exterior.
Y hería de igual forma.
Mis manos eran incapaces de cerrarse
sobre otras manos,
de rozar otra piel y hacer cálido el contacto.
Yo era fría, ante todos
y ante mi misma, frente al espejo
que se hacía el muerto al reflejar mi imagen
inmovil.
Así me protegía del dolor externo,
sin saber que la soledad duele,
que la indiferencia duele,
que la ausencia de risas y llantos
no garantizan la supervivencia,
sino tan solo, quizá, una muerte más lenta,
aislada, con las manos gélidas,
y alguna última lágrima perdida
helada sobre las pestañas,
prendida como una estalactita
perenne.

sábado, 2 de enero de 2010

Tragedia

El fuego ha reducido a cenizas los recuerdos.
Ha quemado el pasado... y el futuro
El dolor es inmenso, y la pérdida
de las risas le retuerce el alma
Eleva los ojos hacia el cielo azul,
tan plácido,
y su inmensidad le estremece.
Es tan grande el universo...
Y tan pequeño el hogar quemado,
los niños muertos...
Ha perdido todo lo que tenía,
no quiere nada ahora
no puede ni siquiera llorar.
Sus manos, quemadas,
tratan de ahogar los sueños perdidos,
apretando una garganta que aun respira,
la suya.
Sus ojos no tienen pestañas, ni llanto,
ni vida, ni dolor, ni miedo,
está más allá de todo lo que ve
en un mundo que ya no existe,
pero duele, duele más que el fuego
que abrasaba su piel, mientras
las caritas de sus hijos se quemaban.
Duele, vivir ahora,
mucho más que morir.

viernes, 1 de enero de 2010

La cima de mi mundo

Hoy he bajado a las llanuras
y he perdido el horizonte
que mi cima me muestra.
He sentido que el sol era más tenue
y la brisa suave como una caricia.
Mi cabello no se ha enredado
ni ha cubierto mis ojos y mi rostro.
Pero me he sentido sola.
En la cima del mundo
me espera el hombre que quiero.
Sobre la tierra horadada
por el viento y la lluvia
Entre las nubes que bajan a besar su boca,
como yo.
En la cima, el horizonte,
inmenso,
se coge con las manos de los dos.
Y todo el mundo que necesitamos
lo abarcan nuestros ojos.
He bajado a las llanuras, por un rato,
pero él, ha bajado a buscarme.