jueves, 13 de mayo de 2010

Furia

Hoy siento en mí el fuego del infierno.
La furia me posee.
Quiero gritar mi rabia
a un mundo que camina sin fijarse
en nadie.
Quiero llorar en voz alta
y pedir justicia.
Pero sé que nada dará resultado.
Yo consumiré mi furia
quemando mi alma.
Y otros llorarán con sangre
la desidia
que les ha arrinconado.
Odio este mundo maldito
en el que el hombre traiciona al hombre
sin entender...
que se está traicionando a sí mismo.
Necios ahogados en el ego,
marchad juntos
sobre la capa dorada que cubre
las huellas de los compañeros muertos.
Que nada quiebre
el poder que os aguarda.
Que no se marchiten las flores
que nuestro sudor riega
en vuestros balcones.
Que mi furia no prenda en fuego
destructor
y allane el horizonte
cubriendo de cenizas el mundo
simple y vacío que os cobija.

martes, 11 de mayo de 2010

Poemas

El poema que se escribe
con palabras de letras negras,
uniformes
no tiene alma.
El poema debe ser de sangre
de lágrimas, de papel arrugado
de manos apretadas y desesperación.
Nadie puede escribir un poema sin sufrir.
Sin sentir que le arrancan las entrañas
esas palabras que contienen el poder
el amor, el odio o el olvido.
El poema se escribe entre los escombros de la vida
bajo los puentes derruidos
sobre las cenizas de los fuegos apagados.
Las manos sucias, tal vez de tinta
o de sangre. Manchas sobre los papeles blancos,
huellas.
El poema ha de se oscuro,
como las sombras que cubren el atardecer
antes de morir la tarde en mi,
entre el esplendor de un día falso
y la miseria de la solitaria noche.
No puedo escribir palabras vanas
porque me hieren, como hieren
el corazón de los amantes. Poemas
entre el dolor y la muerte, siempre.

Agua

Oigo a mis espaldas
el ruido del agua
transparente, libre y bravía
Se mete en mi cabeza
y recorre los cauces abiertos
del indómito casco que corona mi tórax,
construyendo meandros con la mezcla
imposible
de células y agua.
Mis pensamientos se calman
y el continuo latir de mi corazón,
apresurado,
cesa con el arrítmico sonido
del borboteo que golpea sobre el lecho
las piedras que moldea.
Salpica mi cabello espeso,
encanecido,
el agua,
y se esconde entre el bosque arracimado.
Cuando las gotas se unen,
escurren cautelosas por mis sienes
se detienen en las cuencas de mis ojos
y siguen su camino confundidas
con las lágrimas saladas que provocan
los recuerdos tristes.
Agua dulce y salada deslizada
por los amargos surcos de mi rostro
tallados en granito, por el tiempo
y el miedo a la muerte
que me espera.

Negro

Negro sobre el negro más negro
Fondo negro y negro plano
Más negro que el negro dibujado
sobre el negro desnudo
que recubre el negro
sobre el negro.
Negro, como el negro refugio
del espíritu negro
del pozo, negro,
en el distante negro del abismo.
Negro sobre el negro
sobre el miedo negro.

Me acecha

Tal vez, tal vez,
de nuevo,
la sombra que en la distancia
acecha mi vida me devuelve,
maldita,
a tiempos peores.
Tal vez el pasado,
que siempre vuelve,
haya vuelto ya para apurar
los días y las noches
de esta juventud mentida,
de esta madurez anciana,
de esta vida que no es vida
si no tiene luz
y un poco de esperanza
al final del día.
Tal vez, tal vez
aceche,
con el filo gris de su perfidia
sobre mi nuca desnuda
dispuesta a dar el golpe definitivo.
Tal vez, como antes,
yo simplemene calle y espere,
no tengo fuerzas ahora para rechazar
lo que me traiga esa sombra nostálgica
de mi peor vida.
A sus manos me entrego,
hundida.