jueves, 27 de septiembre de 2007

Por si vuelves

Está sucio el cristal de la ventana
tal vez haya llovido mientras dormía.
Tal vez hayas venido a casa.
No hay huellas de pisadas sobre el suelo
pero siempre te limpiabas los zapatos
para no manchar la madera inmaculada
brillante, capaz de reflejar los rayos de sol
que se colaban por la ventana.
Siempre fuiste cuidadoso con las cosas
ordenado y limpio
pero conmigo...
conmigo las cosas fueron diferentes
fueron la tormenta infinita
el ocaso cada día replicado, mil ocasos
mil heridas.
Conmigo el amor era desgarro
dolor y sangre
azotabas con tu lengua mi voluntad exagüe
el amor maldito que me ocupaba cuerpo y alma.
Entera, eras tu, me poseías
con tu mirada encendías las llamas
de la pasión, pero también del odio.
Y aún así, tu fuiste el que dejaste mi casa
cuando yo no sabía respirar sin ti
beber si no era de tu boca
hablar si no eran tus palabras las que hablaban.
Pero se, porque en mi locura reviso cada día
los rincones de esta casa
que te llevaste las llaves
quien sabe si vuelvas algún día.
No te preocupes, estaré esperando
tras la ventana llorosa y empañada
donde no se refleja mi corazón herido.
No te preocupes por manchar el suelo
he colocado de alfombra mi dignidad perdida.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

No vendrás

Hoy han florecido las rosas del jardín.
Pero tu no lo has visto.
La primavera ha pintado florecillas
en los lados de la vereda,
ante la puerta abierta.
Hemos blanqueado la casa
y el dintel brilla bajo el sol
invitando a entrar.
Cálida portada al paraíso.
Pero tu no has entrado.
Han entrado tus amigos y los mios
tu familia y la mía
tu hijos y mis hijos.
Han entrado las ráfagas del viento suave de la tarde
y los rayos del sol en la mañana.
Y por la noche entrarán los cantos de los grillos.
Pero tu no has venido.

He cerrado la puerta.
Quizá mañana deje de soñar.
Me levantaré temprano,
saldré al jardín
regaré las flores,
y me sentaré ante el camino largo
por el que no avanzas,
ante la puerta abierta.
Luego caminaré hacia la locura
con los puños cerrados y los ojos cerrados
desandaré el camino hacia la casa
atravesaré el pueblo
cruzaré las negras rejas del infierno
y me postraré rendida ante tu tumba.

¿Quien soy?

¿Quien soy?
Me miro en el espejo
y veo unos rasgos que no reconozco.
Miro mis manos
y se que no son mías.
Y la voz con la que grito
es una voz desconocida.
Por dios, ¿Quien soy?
donde está la sombra que proyecto
el olor de mi colonia.
Con que ojos miraré los ojos que me aman.
El no me reconocerá.
Pasará de largo y esperará en vano que yo llegue.
Por dios, ¿Quien soy?
Si he cambiado, decidme quien soy
que familia tengo
donde vivo.
Quién me abraza en las noches de invierno.
Y sin ya no soy quien era
¿porque aún recuerdo mi casa?,
la ternura de mi madre
al hombre que aprieta mi corazón
mientras dormimos.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Torturador

Miro el mapa
y señalo el punto en el que estás,
con mi dedo índice.
Aplasto la superficie de cartón.
Dedo asesino, ojalá pudiera matarte
aplastar todo el dolor que produjiste
con una venganza fría.
Cuando no lo esperes
el enemigo paciente se mostrará ante ti
implacable, como el dios vengador
de los mortales inocentes
de los hombres de mirada límpida.
Ojalá lleguen mis manos hasta ti
hasta ese cuello que soporta tu cerebro negro
tu ojos rojos de sangre
tus oídos poblados de alaridos.
Con mis propias manos sacaría tu corazón sangrante
si estuviera en tu pecho.
Pero tu pecho ha de estar vacío de corazón
solo masas sangrantes deben poblar
tu tronco desolado.
Solo venas a punto de estallar
que llevan la sangre de otros muertos
Tu no tienes sangre, como no tienes alma.
Solo un hálito de vida, ronco y miedoso
con el terror de no saber quien es tu verdugo
al notar sobre la piel desnuda
el aire de la muerte.
No es justicia, ni siquiera sirve para evitar un llanto,
pero al menos el torturador ha muerto.
Ojalá le esperen en las puertas del infierno
las tropas de un dios enfurecido
que desmembren su cuerpo y lo castiguen
aún después de muerto.
Y que las almas de los muertos inocentes
de los hombres de mirada límpida
descansen, por fin, en paz.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Subía por la ladera de siempre

Subía por la ladera de siempre
Por la que bordea el viento de levante
El mar a mis pies ensortijado
Oscuro con puntillas blancas
Bajo las gotas de la lluvia
¡Que estanque de sombras!
Bajo el horizonte gris, encapotado
Desafiante vórtice del cielo plomizo
Encabestrando el altar maldito
De los marineros muertos
De los barcos hundidos
De los pecios dormidos en el tiempo.

Melancolía

Melancolía por no verte
Melancolía por no oirte
Melancolía por no poder hablarte

Melancolía del tiempo en que me amaste
Melancolía del pasado
Melancolía del llanto derramado
Melancolía del corazón herido.

Melancolía por lo perdido
Melancolía por mis brazos vacíos
Melancolía por mi boca seca
Melancolía por tu corazón ausente

Melancolía porque es ya el tiempo del olvido.

Las heridas

Las heridas necesitan restañarse
Necesitan tiempo,
Pero también olvido.
Las cicatrices del cuerpo sanan,
pero las del alma...
Las del alma solo se hacen capas
planas, amontonadas,
cubriendo la salida del humor maligno
que envenena la sangre.
Las heridas del cuerpo
sanan.
Las del alma permanecen,
constante recuerdo de lo mal vivido
de las traiciones y los besos malditos
de los amigos muertos
de las travesías que no han llegado a puerto.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Distancia

Lo peor de la distancia
es el silencio
Silencio en el correo
en el teléfono
en mis oidos.
Para nuestra distancia
no hay modo de enviar unas palabras
porque nuestra distancia
es el silencio
de quienes no tienen nada de que hablar.

Mi falda

Cada día, como sale el sol,
me esperabas a lo lejos en tu calle.
Caminaba, mientras tu medías
el ondular de mi falda.
Marcabas con tus dedos
el ritmo de mis pasos sobre la mesa
uno, dos
uno, dos
izquierdo, derecho.
Hasta que llegaba a tu altura.
Yo ni te miraba
pero al pasar sentía tus ojos en mi espalda
sobre la falda.
Y tus dedos seguían su repiqueteo.
Uno, dos
uno, dos
izquierdo, derecho.
Aún recuerdo que me hacías sentir valiente,
más alta, ya mujer.
Que en tus ojos vi, por primera vez,
la mirada de un hombre que quiere a una mujer.
Entonces no entendí que te pude tener
Y sin embargo, hoy, comprendo que tu sabías
que me podías tener,
y no quisiste.
No quisiste, tal vez, manchar mi inocencia,
cruzar las barreras de lo bueno y lo malo
o quizá, simplemente,
no supiste como llegar hasta mi boca.
Hubiera sido tan fácil, una sola palabra,
un gesto de tu mano...
me hubieran llevado hasta tu casa.
Quién sabe.
Los recuerdos son bellos.
Quizá mucho más bellos
porque solo fueron un sueño imposible.
Pero hoy, aún busco tu mirada en otros hombres.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Poema del naufragio

He perdido en el naufragio
lo que más amaba
y he dejado mi alma navegando
sobre las negras aguas
bajo los negros cielos.
En el final del mundo
he perdido la voz y la palabra.
Solo el mar alimenta con su brea
mis lágrimas amargas.
El odio feroz ha derramado
mi sangre sobre la sangre de los otros
los cuerpos yacentes sobre el agua densa
descansan sin paz.

Desesperanza

Efímero mundo, artificial y tramposo
caminas paralelo a mi paso
pero nunca entras.
Y yo nunca me subo a tus railes
fácil estela de hombres solitarios
de mujeres solas
de niños muertos.
Que raices pueblan tus entrañas:
vísceras y sangre derramada
miembros amputados
y corazones rotos.
Tal vez almas vagando
buscando una paz que no ha existido nunca
cerrando sus heridas invisibles
gimiendo con lamentos que se oyen desde aquí
desde el infierno en el que aguardo
mi turno.

martes, 18 de septiembre de 2007

Locura

Miro tu rostro
y veo las arrugas que el tiempo ha dibujado.
Las trazo con el dedo, las estiro.
Acaricio tus labios que están secos
y me asomo a besarlos.
Los froto con la humedad que me provocas
con el deseo que se enreda en mis entrañas
Hombre, en tus ojos está escrita
la desesperación que sientes por amarme.
Y mis ojos te responden que te amo
Y olvido la razón, por ti
olvido que no puedo colgarme de tu cuello
y dejarlo todo.
Tengo la cabeza
y el corazón llenos de ti.
No cabe en mi cuerpo el aire que soplas en mi boca.
El sudor que mana de tu frente,
el llanto que destilas por tus ojos.
Todo va a mi boca.
A esta boca enorme que te traga entero
para guardarte, para aislarte de todo lo demás.
Pasión desesperada que no puede vivir en este mundo.
Amor de locura
De ojos y oídos estallados
De corazón henchido
Amor que no soporta la más mínima intrusión
que quiere la soledad más absoluta
un amante frente a otro
y todo girando fuera de su órbita
Ellos dos, nosotros, es todo lo que importa
tampoco el mañana importa
ni nadie
Egoistas del amor, insolidarios
dejadnos solos.
No necesitamos comida ni agua,
nos comeremos y nos beberemos
a dentelladas, como animales
Olvidaremos el pasado y el futuro
y buscaremos la muerte en el amor más puro
más absoluto
Olvidadnos, nosotros no queremos nada de vosotros

He corrido tanto, amor

Te noto tan lejos
No solo en la distancia
El tiempo que nos separa es lo peor
Tu, la juventud y la belleza.
Yo, la decadencia de la vida a saltos
Del amor usado
He corrido tanto amor
Que he llegado ya al final
Aquí no existen las veredas
Ni las rosas trepan las ventanas
En el lugar en el que habito
Solo hay hierbas marchitas
Y el hueco en el que tengo tu retrato
Se oscurece con el paso de los días
Llega el otoño
Y cada día que pasa siento mas adentro
Que aquel tiempo pasado en que me amaste
Solo fueron los sueños, que la muerte,
Me permitió probar la gloria de tus labios
Antes de sembrar crisantemos en mi boca.

Sombras

¿Cómo nacen las sombras
De los vientos que no tienen
Luz ni materia?
Y sin embargo hielan
El corazón con su estela
De sombras
Hielan y marchitan a su paso todo lo que es mortal.

Perdonad

Perdonad que mi dolor
Se extienda por mi mesa
Y se derrame al suelo
Y ocupe los pasillos y las escaleras
Y llegue a la calle
Y la inunde
Perdonad que os manchen mi dolor
Los pies,
Que suba por las piernas
El tronco, la cabeza y os cubra
Enteros
Perdonad que mi dolor
Se haga truenos y rayos
Y las tormentas rieguen vuestras calles y tierras
Perdonadmelo todo
Porque el dolor es mas intenso que la realidad o la verguenza
Y las calles son anchas y el dolor inmenso
Perdonadmelo todo
Porque en mi no hay sino dolor
Mañana limpiaré los restos
Arrastraré mis pies por la oficina
Me bajaré al asfalto
Y trataré de borrar las huellas del naufragio.